Fuiste tan real, que ya no existes.

Los rayos del Sol se le reflejan, cándidos y sonrientes en sus ojos tan apagados, cansados y soñolientos.




Los mismos ojos que ansían una mirada comprensiva, una mirada que exprese todos los te quiero que en su día pidió y no obtuvo. Una caricia que recalque toda la ternura de aquel beso nunca dado. Un abrazo que le resguarde de sus profundos pensamientos, que le aisle de todas sus inexistentes preocupaciones.

Mi mente, entristecida y eterna soñadora reclama su derecho. Quiere gritar, pero no puede. Quiere bailar junto a ti y reír contigo. Quiere llorar tu sufrimiento, viviéndolo desde tus lágrimas. Quiere ser ese pequeño relámpago que en noches de tormenta te distraiga de tus ridículas y comprensibles obsesiones, mi mente, la misma mente que tú, ebrio, desilusionado o feliz y sonriente, te gusta aprisionar en los brazos de la ternura. Sí, esa misma quiere,chilla y grita por ser tuya.